Hacía mucho que no escribía. Lo echaba de menos. Quizás escribir sea una metáfora de mí misma. Echo de menos escribir, digo, pero en realidad es a mí a quien echo de menos. Me extraño. Yo, una extraña más en mi vida. Alguien que ha cambiado tanto que ya no me reconoce. Ni siquiera mis cigarros en la ventana eran los mismos. Eran cigarros, y los fumaba en mi ventana, pero no me producían la misma sensación que hace meses. Libertad. Esa es la sensación que necesito.
Yo, la extraña que ocupa mi cama. Alguien que teme convertirse en una persona plana, bidimensional, más preocupada por cosas banales que por sí misma. Quizás era eso lo que me impedía escribir; encontrarme a una persona tan encerrada en la cueva que le resulta el mundo exterior, lleno de pequeñas piedras que se antojaban insignificantes para la antigua yo. Quizás fuera ese el miedo que me ataba, que me estrangulaba, sin dejarme respirar, ni sentir.
Pero una noche, esta noche, he vuelto a sentirlo, como una bocanada de aire fresco que me azotaba con un grito de "eh, Gemma, espabila. No te quieres así". Y he vuelto a encontrarlo. Un cielo azul oscuro, un negro casi cuajado, con un millón de luces que juraría que alguien puso ahí para que esta noche volviera a quedarme embobada mirándolas, pensando en su belleza y lejanía, mientras una suave brisa afloraba cerca de mi ventana, y me revolvía el pelo para colarse en mis oídos con la palabra Libertad. Quizás era esto lo que necesitaba; encontrarme a mí misma, perdida en algún cajón desordenado de este lugar al que llaman "Mundo".
No quiero volver a perderme. No podría soportar más tiempo a esta criatura que se me parece tanto físicamente, pero que es movida por esas nimiedades que la sociedad impone a nuestras vidas, pero que, a mí, en mis buenos tiempos, no me arropan. Quiero volver a volar junto a las estrellas cada noche. Quiero sentir que puedo andar como un gato, sin importar el terreno en el que pise. Quiero volver a caminar, y no estancarme en la más absoluta certeza de que no soy feliz así. Quiero volver a sentir la sensación de que las palabras se levantan de mí y se hacen humanas, y que, al hacerse humanas, sienten, piensan y sueñan. Quiero volver a tener la sensación de que vivo en mí.
Y entonces es ahora, cuando sabes lo que quieres y has vuelto a escribir (y ayer hablábamos de ello, ¿te acuerdas?) que sólo tienes que dar un paso hacia delante para hacerlo.
ResponderEliminar