05 septiembre, 2013

Cortina de cautividad.

                            A Pablo, un año tarde,
y a su camiseta.

Abrid los ojos, despertad,
¿no queréis ver la realidad?
Cómo amanece tras la cortina
del límite de la sociedad.
Cómo el viento huele a fresco
y el humo no es más que un aliento
que respirar.
Que nos pintan delicias
y nos sacan los ojos para evitar
que corramos hacia un campo
que podremos llamar Nuestro
alejados de la podredumbre,
de los bares de malicia,
de las borracheras de corrupción
y las resacas de la incertidumbre.
Nos encierran desde que nacemos
en una jaula de cristal
decorada con mentiras,
avaricia, depravación, 
contaminación, leyes
con nombre de desigualdad,
pero, sobre todo, inmoralidad.
Y así nos hacen, nos crean, 
envejecidos en la piel de infelices
soñando con romper barreras
y sin poder llegar más lejos
que adonde apuntan sus narices,
creyéndonos libres por tener derechos
que en realidad no son ni la sombra
de las raíces de la libertad.
¿Y no queréis escapar?
¿No queréis ver más allá?
Nos cautivan con promesas
de una vida digna,
y a la espalda nos llaman ciegos
por no ver que vivimos en cautividad,
que nos adiestran para ser
como ellos quieren que seamos,
que nos permiten vivir,
pensar,
pero sin salirnos del redil.

Ellos. ¿Quiénes son ellos
para no dejarnos volar?

Pero a mí no me cortarán
las alas, no.
Yo quiero ser feliz, y para mí
la felicidad
está encadenada a la libertad.
Y la libertad no está
delante de esta puta cortina
contaminada
que llaman sociedad.

1 comentario:

  1. Pueden llenar nuestro camino de piedras, pero no pueden detener nuestra marcha.

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