06 mayo, 2013

Se consumen las velas, los versos, y los besos.

Candelabro cubierto
por la cera de las velas
ya apagadas
que sujeta
sobre esa cómoda
que ya no guarda
tu ropa.
Encima de la cama
una extraña
haciendo trizas el papel
donde le escribe
al vacío de su lado
los versos más tristes
de esta noche.
Deja el bolígrafo
en la almohada
y recuerda
que ya no perdura
en ella
tu olor.
Aún así, la esnifa;
por si quedan restos
de las noches
en las que tu pelo
se cobijaba
en ese rincón.
Pero no encuentra
más que nudos.
Resuenan en su cabeza
horas de canciones,
la banda sonora
que solía escuchar,
pelo al viento
que se colaba
por las ventanas.
Dibuja peces y corales,
pero los mares
se quedan pequeños
comparados
con
sus
ojos.
Se escribe,
borra,
y se vuelve
a escribir,
porque ya no sabe
cómo describir
tu voz.
El anhelo
se viste de seda.
Se mancha de lágrimas.
El candelabro
cubierto por la cera,
espera
a que cambies las velas.
Y yo,
desnudando
los versos
sobre la cama,
desespero
por que me desnudes
con tus besos.

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