11 marzo, 2012

Todo es complicado, y nada nos falta.




Una de esas veces que me siento desganada, sin fuerzas, que quieres correr pero sabes que no podrás elevar los pies del suelo. Aunque hace mucho que no los apoyo. Ese es mi mayor problema; creo que todo es y será de color rosa, como en mis sueños; que las relaciones tienen besos infinitos y tan solo existen las lágrimas de felicidad; que siempre estaré rodeada de personas con las que podré contar en todo momento; que mis padres son compensivos, que me ayudarán en lo que haga falta y siempre intentarán mantenerme en alto; que los perros no muerden, que no existen quebraderos de cabeza, que la vida es fácil, de juerga en juerga, y que nada tiene consecuencias. Que no hay canciones que acabas odiando porque hayan sido escuchadas en un mal momento. Que no existen las maldiciones, que sabes lo que quieres, cuándo lo quieres y cómo lo quieres. Pero aún no me he dado cuenta de que las relaciones no son más que minutos en una cama, y acaban como llegaron, pero con los ojos empapados; que cuando más necesitas compañía, te ves sola en un campo lleno de minas; que siempre te guardarán rencor por lo que hagas; que los malos recuerdos te atormentarán más que los buenos momentos; que cuando necesites una botella de ron, sólo quedará whisky, y un larguísimo etcétera.

No me gusta esta vida. Necesito salir de este campo de concentración; dejar de ahogarme en esta red de pesca, quitarme todas las sanguijuelas del cuerpo y poder nadar libre, entre peces nuevos, no importa donde. Nadar, simplemente, contracorriente, porque entonces seré lo suficientemente fuerte como para resistir y avanzar. No malgastaré pañuelos cuando tenga momentos en los que crea que soy débil, sino que me demostraré a mí misma que no lo soy. No perderé el tiempo en comederos de cabeza, porque el tiempo es valioso. Dejarse llevar por los impulsos, solo eso, y nada más. Vivir en austeridad conmigo misma, con lo puesto, un cuaderno y un lapicero, y ganas de vivir. Si sólo eso me hace falta para ser feliz, ¿qué coño hago en un mundo que no es el mío? Resultará que no es tan fácil construir un mundo de sonrisas.

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