Siempre me ha gustado mucho viajar. Es exactamente en momentos como este en los que me encantaría coger la bici, o un tren, o simplemente un bastón, y andar. Sin mirar hacia donde, ni por qué camino, ni cuando volveré. Simplemente con un pensamiento en la cabeza: seguir. Comenzar de nuevo. Vivir aventuras. Despreocuparme. Olvidar. No pensar en nada, simplemente seguir recto hasta toparme con mi destino. Porque estoy segura de que cuando llegase allí, me daría cuenta de que ese es el lugar. Mi lugar. Y entonces poner en práctica todo lo que he aprendido hasta ahora. Beber una cerveza fría, y descansar, tanto el cuerpo como la mente, en un lugar desconocido, con gente desconocida, con pensamientos desconocidos también. Eso es exactamente lo que quiero. Puede interpretarse como una huída. No es así. Es una escapada. Tiempo de reflexión. De empezar a conocerte mejor. Y de conocer nuevos ambientes. Me estoy asfixiando aquí. Mis pensamientos han formado una nube sobre mí que no me deja respirar. Peor que la contaminación sobre las grandes ciudades. Mucho peor. Me asfixio. Necesito salir de aquí, para respirar en otros pensamientos.
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