08 noviembre, 2011

Aromas.

Hay cosas que consigo llevan una sensación de tristeza. Una de ellas, que últimamente experimento bastante, son las despedidas. Por suerte, no se trata de "hasta siempre", si no que es "hasta dentro de un par de horas que volvamos a hablar, y una semana que nos veamos". Aún así, son tristes; empiezo a echarle de menos en cuanto ya no noto que está a mi lado. Por eso le miro cuando subo al autobús, y por eso le busco luego desde arriba. Y por eso pienso en él cuando no está conmigo, cuando no hablo con él. En todo momento pienso en él.
Pero, a pesar de todo, me gustan las despedidas. Suena raro, sí, pero forman también parte de esa magia
La primera parte que me gusta, es el echarle de menos. Cuanto más le echo de menos, más ganas tengo de verle, más ilusionada e impaciente estoy cuando voy a hacerlo. 
Otra parte buena de nuestras despedidas, es cuando ya no está, pero puedo seguir oliéndole, porque ha estado tan cerca de mí que su olor se ha pegado a mi ropa... Y me encanta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario